¿Qué mejor manera de acabar mi primer cuarto de siglo que recordando los años mozos en qué íbamos a "dejar nuestra huella" en Salamanca?
Pues allí nos plantamos este fin de semana completito gracias a la invitación de la señorita Eva Pericuesta (Muchas, muchas, muchas gracias Evax!!!) Y es que la familia Pericuesta nos tiene siempre muy bien cuidados.
Después de 3, 4 o tal vez más años para muchos resultó increíblemente agradable volver a recordar cada local del mismo nombre o distinto. Pues hay cosas cambiadas pero muchas otras permanecen como antaño y nunca cambian (¡Increíble!).
Y hoy, con la voz cascada gracias a la espléndida y maravillosa ventilación de los locales vamos a cantar todos juntos:
Definitivamente, no sé quién ganaría la apuesta, pero parece que va a ser campero y no campera (¿no sé como iba a rimar el muchacho si no?). Tremendo!
Total, que en un fin de semana intempestivo, todos preparados para el frío cada uno se dirigió desde sus respectivos lugares a esta tierra maravillosa. Al final no fue para tanto, no bajó ni a cero grados (ya se sabe, cero grados = ni frío ni calor), por tanto si como mucho bajó a 4, deducimos que hizo calor (je, jeje, jejeje, ¡sin comentarios!).
Una servidora partiría desde la villa ovetense a través de una magnífica autopista en muchos momentos rodeada por impresionantes montañas nevadas. Un paisaje espectacular, magnífico y maravilloso de un esplendor blanco cautivador. Evidentemente, me sentí obligada a parar, bajarme del co
che y fotografiar la belleza más limpia y pura del paisaje. Y es que, por más que vea panoramas blancos (y muchos vi en el año cerca de los Pirineos) nunca dejará de sorprenderme y obnubilarme como a una niña pequeña. O al menos deseo que así sea, pues espero que jamás llegue el día en que mire hacia mí misma y me dé cuenta que he perdido la emoción que me produce la belleza del mundo y de sus pequeños detalles. Que mis ojos no se abran como platos y que mi cuerpo no comience a prepararse para correr, saltar y jugar con la nieve, el hielo o el mar. El día que pierda esas sensaciones sentiré que algo en mí estará muerto.
Así que, bajo el frío helador subí corriendo unas escaleras congeladas (cualquier día me caigo por loca y por cabra) para inmortalizar las preciosas montañas nevadas asturleonesas.
Y tras la ruta y perderme un poco por las calles con el coche llegaría al lugar de la cita la primera. Leve espera, reunión de los convidados y viaje hacia la noche salmantina.
Sin podérnoslo creer nos ofrecimos un buen bocadillo del famoso Yunque que aún continúa abierto y con el mismo nombre. Ni medio normal el tamaño de los bocadillos, creo que ninguno fue capaz de terminarlo.
Siguiente parada, por supuesto, una cervecería para ir iniciando la noche como debe ser.
Pero, casualidades de la vida, ese mismo viernes los chicos de Darksun acudirían en concierto a Salamanca. Así que había cita obligada en el famoso Potemkin para verlos de nuevo en menos de dos meses.
Antes digo que quería volverlos a ver dentro de este año, antes ocurre. Pero no podíamos faltar, mucho menos habiendo quedada darksunera con gente venida del País Vasco y hasta Burgos.
Por supuesto, un concierto fuerte y espectacular; con el toque familiar de las pequeñas salas y con una afición que ni la del Sporting. Una animación increíble. Pocos pero haciendo mucho ruido, todo el mundo andaba como loco. Unos fans fiel reflejo de la simpatía que desprende un grupo que se merece el mejor de los futuros.
La diversión y el puro metal estuvieron bien servidos. A la espera de que me puedan pasar más fotos no tengo demasiadas que ofrecer (algunas y un pequeño vídeo cuando mi adorado móvil se dignó a funcionar dejándome sin poder grabar en los momentos en que quería, ¡qué maldito!).
La anulación de su concierto en Toledo al día siguiente hizo que se uniesen a la fiesta y así marchamos todos al antiguo Lado Oscuro (casualidades de nombre jejeje), ahora llamado The Feeling. Mis recuerdos de ese local conllevaban telarañas, siniestros y goticorros y música de Alaska. Pero quedé alucinada cuando nada más entrar nos topamos con una pantalla presentando vídeos metaleros (y es que entrar en un local y toparte de morros con Bruce Dickinson, buffff, si por mi fuese ya no salía de allí ¡ qué felicidad! jajaja).
Un día del que guardaré un magnífico recuerdo. Una gente maravillosa, divertida y algo loca (como debe ser). Me reí muchísimo viendo a todo el mundo unido cantar Valhalla o I want Out y más canciones de Iron Maiden, Dio, Gun's n'Roses, etc, etc, etc. Aún me vienen a la mente diversas imágenes de todo el mundo que me hacen sonreír. Pero la noche tenía que terminar y algunos andaban cansados (buena hora eran ya casi las 5). Gracias de nuevo a todos y especialmente a Tino, Dani, Pedro, Jose, Ana y David por soportar y acompañar a todos estos humildes seguidores. ¡Sois una gente cojonuda!
De nuevo me encuentro con la esperanza de poder conseguir más fotos pues no fue un día en que yo sacase demasiado la cámara para lo que usualmente estoy acostumbrada (además que me estoy dando cuenta de que va siendo un buen momento para limpiar el objetivo).
Como última parada para algunos alcorconeros y madrileños (también es casualidad, otro más de Alcorcón) nos dirigiríamos al Pippers. Pero también para nosotros la fatiga de haber trabajado aquel día y el viaje haría estragos y marcharíamos al poco tiempo.
Ahora, como bien me había decidido a hacer, "sustraje" uno de los carteles de la calle. ¡¡¡Probetín, cómo quedó!!! (Desde luego el pegamento que se utiliza para pegar carteles debe ser muy tóxico porque esa adherencia no es normal).
Dormir, soportar al señor hermano cantando entr e sueños y despertarse para ir directos aaaaaa... ¡¡¡Van Dyck!!! La calle de tapas por excelencia de Salamanca. Donde aún con diez euros te hinchas a cañas y a tapitas maravillosas.
Ese lomo y esas costillas con salsa. Los pinchos morunos. El arroz extraño con morcilla (delicioso por cierto). Y las patatas machaconas (también sabrosísimas). Pocos sitios en España van quedando ya donde puedas llenar el buche sólo a base de tapitas.
Ya acompañados por los que faltaban del pueblo, tocaba el momento del café. Y Salamanca tiene locales que son auténticas maravillas para eso.
Más tarde, en busca del recordado Tíovivo. Aquel local con un baúl enorme repleto de cacahuetes donde rellenar continuamente tu platito. Acabaríamos en el Monte de las Almas. Otro barecillo espectacular, con una decoración magnífica que te llevaba a cuentos inolvidables. Toda una casa de muñecas en una pared.
Un pequeño baulito con revuelto para compensar. La elegancia del conjunto de botellas en las otras, figuras y esculturas y una pasarela en la planta superior que te llevaría a un árbol de frondosas ramas. Como digo espectacular, tan espectacular como el precio que pagamos por los Bailey's. Claro que nos debimos hacer una idea de los precios cuando vimos aparecer a la familia completa de pijos de las tres generaciones al completo ¡increíble! De libro.
Para compensar en precios, nos dirigimos a un barecillo ya normalito pero con una fiesta de karaoke ese día (por cierto acaban de informar en la tele lo que tanto de lo que tanto coment
amos este finde, Salamanca es la ciudad más barata de España). Aunque nuestro objetivo era ver el partido del Madrid contra el Getafe (¡qué vergüenza, por dios!). Y de allí teníamos que adentrarnos en el mundo de la cena. Obsesionados con macrohamburguesas de no sé dónde, "no sé dónde" ya no existía así que nos fuimos cerca hacia otro local que incluía toda variedad de cervezas, bajo la caida de ligeros copos de nieve.
Y así nos alimentamos acompañados de nuestro magnífico "Larry-hombre anuncioGuanabano".
Las horas iban pasando y llegó el momento de dirigirse de nuevo a la noche salmantina.
Atravesando la plaza repleta de magníficas esculturas (con Darth Vader, Leia y demás, jajaja), Salamanca, asombrosa ciudad siempre ejemplo de la cultura.
No me podía marchar de Salamanca sin pasar por "La Chupitería". ¡Qué buenos recuerdos!
De primero, el chupito piruleta. ¿Cómo puede parecerse tanto al sabor de una piruleta? ¡¡¡Quiero máaaaaaaaassssss!!! Chupito que siempre va asocia do a... ¿no lo adivináis? ¡¡¡Una piruletaaaaaaa!!! De las rojísimas de fresa, recuerdos de niñez maravillosos. De esos sabores que todos mantenemos en la memoria. Deliciosa.
Y de segundo, la famosa mamada. Con este aspecto supongo que todo el mundo comprende el nombre.
Desgraciadamente se ha perdido la tradición de tomarlo en un vaso hecho de galleta y chocolate que te podías tomar tras terminar con el chupito. ¡Qué lástima!
Esta vez había que bailar un poco al ritmo de la música moderna (y no tan moderna), recordando largas noches en el Harley`s.
Pero nuestros pies nos quisieron llevar al poco tiempo al agobio de la Imprenta. Y, como tampoco nos convencía (aunque alguno disfrutó del magnífico kalimotxo de ese local), de vuelta al local descubierto el día anterior. El Don-de Quique. Donde ciertos madrileños alucinaron al camarero solicitando lo que menos se podía esperar. Canciones de Latzen, SuTaGar y Gatibu. El camarero, evidentemente agradecido con nuestras peticiones, puso todo cuanto le pedimos (aunque yo me quedé con las ganas de escuchar el Latzana, magnífica balada). Pasamos un buen rato disfrutando de locales y música que casi nunca tenemos oportunidad de disfrutar por la noche, siempre absorbidos por la música de baile. Aunque para algunos esto fue un crimen y tuvieron que resarcirse marchando a sabe dios qué lugar a bailar y ver a las chiquitas. Mientras otros, ya cansados y con los dedos entumecidos nos marcharíamos en busca de un colchón donde dormir.
El día siguiente era un día de recogida y despedida. Pero la vuelta no dejó de ser maravillosa bajo los espléndidos mantos de nieve. Parada obligada en uno de mis lugares favoritos de esa autopista. Primero Rioseco de Tapia.
Y ya finalizando León, la bien seleccionada área de descanso de Caldas de Luna.
Debe hacer muchísimo tiempo que yo no tenía esa sensación de pisar y
hundir los pies hasta más allá de los tobillos (si es que alguna vez lo he sentido con tanta intensidad). No pude resistirme a salir corriendo por la nieve perfecta dejando mis huellas grabadas y coger bolas y lanzarlas. Aunque sí logré calmar mi fervor y no ponerme a hacer el ángel (ya tenía bastante con los pies y las manos empapados).
No sé si lo conseguí pero intenté lo imposible por plasmar la profundidad de la capa de nieve asombrosa que había.
(Esta foto se la dedico al señor Cabra que sé que le gusta mucho otra igual que ya me hice a la vuelta nevada de Semana Santa).Pero la oscuridad se acercaba y aún me quedaba ruta que continuar, así que tuve que calmar mis ánimos infantiles, esperar a volver a tener sensibilidad en mi mano derecha (de verdad ¿quién me manda ponerme a tirar nieve? y menos mal que no iba con amigos o de ahí no salimos en horas) y sujetar fuerte el volante para continuar. Hasta llegar a tierra naviega, donde están asilvestrados (como dijo algún asturiano por ahí, jejeje).
De nuevo, muchas gracias a tanta gente que me permitió tener un último fin de semana de mis adorados 25 años absolutamente magnífico y para rememorar y guardar un buen recuerdo del final de esta edad. No podría haber acabado mejor.