Éste es un problemita que me han enviado a resolver del que no comentaré nada hasta el final para no influir en el resultado. Me ha parecido muy interesante en cuanto a la reflexión a extraer de ello.
Aquí empieza:
Sinceramente, yo no hallé la solución, lo cual no me decepcionó en ningún modo pues esta historia no pudo caer en mis manos en mejor momento, pues hace ya unas semanas que venían yo divagando por diversas circunstancias sobre una teoría, aún incompleta, que me gusta llamar del Inconsciente Machista Colectivo. Este problema sólo viene a consolidar mi teoría.
Ya podemos querer cambiar el vocabulario que utilizamos, intentar que el 50% de los profesionales de cualquier campo sean mujeres, hacer leyes sobre la igualdad, que nos hemos criado con una educación inconscientemente machista que se arrastra de tiempo atrás y que no se detecta en las grandes frases sino en las sutilezas del lenguaje. Internamente somos machistas aunque no queramos y difícilmente se cambiará este inconsciente en adultos (por suerte nuestra consciencia intenta obstaculizar ese inconsciente), pero creo que la solución pasa por intentar que de verdad los niños crezcan con una educación plenamente igualitaria, que no reflejemos nuestras ideas internas en ellos. A nosotros seguirán escapándosenos oraciones adquiridas a lo largo de siglos de historia gobernada por hombres, pero que no sea lo mismo en las nuevas generaciones.
Uno de los ejemplos para mí evidentes de este inconsciente machista es como una Cualidad (y digo cualidad con mayúsculas porque puede ser de las mejores virtudes que pueda tener una persona) más característica de las mujeres es la de ser capaz muchas veces de intuir lo que desean los demás, de ver a una persona y detectar muchos más detalles de los que aparecen claramente, de ser más intuitivas, de tener eso que llamamos muchas veces 6º sentido lo que nos convierte en cierto modo en más emocionales pues con más facilidad sentimos el sufrimiento ajeno y nos cuesta entender que otros no sientan cuando nosotras sufrimos porque para nosotras sería evidente sin tener que gritarlo con palabras. Es una Virtud sin comparación que a lo largo de la historia, de una historia en la que gobernantes masculinos carentes de esta cualidad tuvieron que anular lo que ellos no poseían, tacharon de debilidad. Una cualidad que es siempre ridiculizada en caricaturas y tiras cómicas. El eterno juego interior de ser emocional es ser débil, de llorar es ser débil, no sientas y gobernarás, y cuando algún hombre poseía en mayor medida estos atributos se le tachaba siempre despectivamente de nenaza, de parecer una mujer, como si eso fuese algo negativo. Y este tipo de oraciones peyorativas se nos siguen escapando incluso a quienes se consideran no machistas, pero se escapan de nuestras bocas de vez en cuando. No me extraña que en nuestro mundo la hiperracionalización sea nuestro estandarte puesto que ha sido construido por hombres. Y repito, es algo que debemos evitar para quienes serán nuestro futuro. Está en la educación de los niños la clave de la igualdad. Es más fácil y constructivo dirigir nuestros esfuerzos a mejorar el futuro que directamente pretender cambiar el presente, aunque sea cierta modificación de conductas la que conlleve lo primero. Pero debemos enfocarlo en ese sentido y enfocar más impulsos hacia la educación infantil.
Otro ejemplo para reflexionar que me comentaron el otro día y en el que no había pensado es sobre la forma en que empiezan a destacar las mujeres. Los hombres que llegaban a lo que podríamos llamar niveles altos, son mayoritariamente personas casadas con hijos. El nivel de exigencia para las mujeres es más elevado, el ejemplo de mujer triunfadora es todo lo contrario, soltera y sin hijos porque no se le permite compaginar familia con el triunfo. Y estadísticamente vemos que es así, desgraciadamente da qué pensar. La mujer no recibe esos apoyos para el triunfo profesional sin que se vean limitadas sus horas de ocio y lo que ellas conllevan. Se ve obligada a luchar por sí misma porque de ella depende todo. ¡Para que luego me vengan con que somos más débiles!
Evidentemente todo esto es una generalización y muy discutible porque la teoría aún deja muchos focos sin cubrir, pero que no por serlo tiene gran parte de verdad, nadie va a negar ahora que en cierto modo, a grandes rasgos, hombres y mujeres son diferentes y es así como debe ser porque si logramos utilizar con igualdad las buenas aportaciones de cada uno conseguiremos un muy ansiado equilibrio global.

Aquí empieza:
"Advertencia: Ten en cuenta que no hay trampas, no hay cosas escondidas, todo está a la vista.
Algo más: Si no conoces el ejemplo, permíteme una sugerencia. Trata de pensarlo, porque vale la pena. En particular, porque demuestra que lo que crees sobre ti mismo a lo mejor no es tan cierto. O, en todo caso, es incompleto.
ARGUMENTO Antonio, padre de Roberto, un niño de 8 años, sale conduciendo desde su casa en Madrid, y se dirige rumbo a Valencia. Roberto, va con él. En el camino, se produce un terrible accidente. Un camión, que venía de frente, se sale de la autopista y embiste de frente al coche de Antonio. El impacto mata instantáneamente a Antonio, pero Roberto sigue con vida. Una ambulancia de Valencia llega casi de inmediato, advertida por quienes fueron ocasionales testigos, y el niño es trasladado al hospital. Nada más llegar, los médicos de guardia comienzan a tratar al niño con mucha dedicación, pero, tras intercambiar opiniones y estabilizarle las constantes vitales, deciden que no pueden resolver el problema de Roberto. Necesitan consultar. Además, advierten el riesgo de trasladar al niño y, por eso, deciden dejarlo internado allí, en Valencia. Después de las consultas pertinentes, se comunican con un Hospital infantil de Madrid y finalmente conversan con una eminencia en el tema a quien ponen en conocimiento de lo ocurrido. Como todos concuerdan que lo mejor es dejar a Roberto en Valencia, la eminencia decide viajar directamente desde Madrid hacia allá. Y lo hace. Los médicos del lugar le presentan el caso y esperan ansiosos su opinión. Finalmente, uno de ellos es el primero en hablar: "¿Está usted en condiciones de tratar al niño?", pergunta. Y obtiene la siguiente respuesta: - "¿Cómo no lo voy a tratar, si, además, es mi hijo?"
Bien, hasta aquí, la historia. Está en ti el tratar de pensar una manera de que tenga sentido. Como no compartimos la habitación, o dende sea que estés, te insisto en que no hay trampas, no hay nada oculto. Y antes de que leas la solución, quiero agregar algunos datos:
a) Antonio no es el padrastro.
b) Antonio no es cura.
Ahora sí, te dejo en compañía de tu imaginación. Eso sí, te sugiero que leas otra vez la descripción del problema y, créeme, es muy, muy sencillo.
Solución, más abajo (léela sólo cuando desistas del intento).
Solución:
Lo notable de este problema es lo sencillo de la respuesta. Peor aún: en cuanto la leas, si es que no pudiste resolverlo, te vas a dar con la cabeza contra la pared pensando "¿Cómo puede ser posible que no se me hubiera ocurrido?"
La solución es que la eminencia de la que se habla, es la madre. Este punto es clave en toda la discusión del problema. Como se advierte (si quieres vuelve y relee todo), nunca se hace mención al sexo de la eminencia. En ninguna parte.
Pero nosotros no tenemos tan interiorizado que las eminencias tienen que ser hombres, que no podemos pensar en que sea una mujer. Y esto va mucho más allá de que puestos ante la disyuntiva explícita de decidir si una eminencia puede o no puede ser una mujer, creo que ninguno de nosotros dudaría en aceptar la posibilidad tanto de una mujer como de un hombre. Sin embargo, en este caso, falla. No siempre se obtiene esa respuesta.
Más aún: hay muchas mujeres que no pueden resolver el problema, y cuando conocen la solución se sienten atrapadas por la misma conducta machista que condenan.
En fin, creo que es un ejercicio muy interesante para analizar nuestras propias complicaciones y laberintos internos."
Sinceramente, yo no hallé la solución, lo cual no me decepcionó en ningún modo pues esta historia no pudo caer en mis manos en mejor momento, pues hace ya unas semanas que venían yo divagando por diversas circunstancias sobre una teoría, aún incompleta, que me gusta llamar del Inconsciente Machista Colectivo. Este problema sólo viene a consolidar mi teoría.
Ya podemos querer cambiar el vocabulario que utilizamos, intentar que el 50% de los profesionales de cualquier campo sean mujeres, hacer leyes sobre la igualdad, que nos hemos criado con una educación inconscientemente machista que se arrastra de tiempo atrás y que no se detecta en las grandes frases sino en las sutilezas del lenguaje. Internamente somos machistas aunque no queramos y difícilmente se cambiará este inconsciente en adultos (por suerte nuestra consciencia intenta obstaculizar ese inconsciente), pero creo que la solución pasa por intentar que de verdad los niños crezcan con una educación plenamente igualitaria, que no reflejemos nuestras ideas internas en ellos. A nosotros seguirán escapándosenos oraciones adquiridas a lo largo de siglos de historia gobernada por hombres, pero que no sea lo mismo en las nuevas generaciones.
Uno de los ejemplos para mí evidentes de este inconsciente machista es como una Cualidad (y digo cualidad con mayúsculas porque puede ser de las mejores virtudes que pueda tener una persona) más característica de las mujeres es la de ser capaz muchas veces de intuir lo que desean los demás, de ver a una persona y detectar muchos más detalles de los que aparecen claramente, de ser más intuitivas, de tener eso que llamamos muchas veces 6º sentido lo que nos convierte en cierto modo en más emocionales pues con más facilidad sentimos el sufrimiento ajeno y nos cuesta entender que otros no sientan cuando nosotras sufrimos porque para nosotras sería evidente sin tener que gritarlo con palabras. Es una Virtud sin comparación que a lo largo de la historia, de una historia en la que gobernantes masculinos carentes de esta cualidad tuvieron que anular lo que ellos no poseían, tacharon de debilidad. Una cualidad que es siempre ridiculizada en caricaturas y tiras cómicas. El eterno juego interior de ser emocional es ser débil, de llorar es ser débil, no sientas y gobernarás, y cuando algún hombre poseía en mayor medida estos atributos se le tachaba siempre despectivamente de nenaza, de parecer una mujer, como si eso fuese algo negativo. Y este tipo de oraciones peyorativas se nos siguen escapando incluso a quienes se consideran no machistas, pero se escapan de nuestras bocas de vez en cuando. No me extraña que en nuestro mundo la hiperracionalización sea nuestro estandarte puesto que ha sido construido por hombres. Y repito, es algo que debemos evitar para quienes serán nuestro futuro. Está en la educación de los niños la clave de la igualdad. Es más fácil y constructivo dirigir nuestros esfuerzos a mejorar el futuro que directamente pretender cambiar el presente, aunque sea cierta modificación de conductas la que conlleve lo primero. Pero debemos enfocarlo en ese sentido y enfocar más impulsos hacia la educación infantil.
Otro ejemplo para reflexionar que me comentaron el otro día y en el que no había pensado es sobre la forma en que empiezan a destacar las mujeres. Los hombres que llegaban a lo que podríamos llamar niveles altos, son mayoritariamente personas casadas con hijos. El nivel de exigencia para las mujeres es más elevado, el ejemplo de mujer triunfadora es todo lo contrario, soltera y sin hijos porque no se le permite compaginar familia con el triunfo. Y estadísticamente vemos que es así, desgraciadamente da qué pensar. La mujer no recibe esos apoyos para el triunfo profesional sin que se vean limitadas sus horas de ocio y lo que ellas conllevan. Se ve obligada a luchar por sí misma porque de ella depende todo. ¡Para que luego me vengan con que somos más débiles!
Evidentemente todo esto es una generalización y muy discutible porque la teoría aún deja muchos focos sin cubrir, pero que no por serlo tiene gran parte de verdad, nadie va a negar ahora que en cierto modo, a grandes rasgos, hombres y mujeres son diferentes y es así como debe ser porque si logramos utilizar con igualdad las buenas aportaciones de cada uno conseguiremos un muy ansiado equilibrio global.

4 comentarios:
Para mí la solución al problema es evidente y cae por su propio peso con una lógica aplastante: Antonio es un transexual gay.
jejeje, sí, sobre todo lógica aplastante. Me preocupa esa lógica, uuuummmm...
Te explico: el hecho de que una mente tan potente se encuentre ubicada en el cuerpo de una mujer es antinatural, por lo cual el sujeto experimenta una sensación interna de gran insatisfacción personal. Es una mente masculina atrapada en un cuerpo femenino. Lo cual le lleva a realizarse la operación de cambio de sexo y cambiarse de nombre (Antonio). Pero claro, al ser la pareja de otro hombre nos lleva a la conclusión de que es gayer. Blanco y en botella...
sin comentar los errores deductivos vamos con más añadidura a la tontería: si entonces la eminencia es gayer, deduzco que sólo quienes tienen apetencias hacia el sexo masculino pueden llegar a ser eminencias porque son más inteligentes. Ummmm, eso engloba a muchas, muchas mujeres.
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