martes, 7 de abril de 2009

Nacidos de la leyenda

Extraño inicio ¿verdad? Extraño inicio sobre todo porque esta entrada como tantas otras se dedica a un gran concierto. Gran concierto que me llevó a un viaje de ocho horas de ida y otras ocho de vuelta sólo con ese propósito. Concierto que esperaba hace tiempo, de uno de mis grupos favoritos. Pero al llegar a casa, después de más de 6 meses sin bajar a Madrid, ¡¡¡por fin!!! ¡Mis regalines de Navidaaaad! ¡Más monos ellos! Hacía tiempo que no me reía tanto con unos regalos. "Especial Manga y Anime" fueron. Entre la doblepantufla-vaca con calentador que se conecta al usb, la toalla-turbante para el pelo, la ranita-monedero que sólo mirarla ya despierta una sonrisa y las súper zapatillas-¿helado?, tremendas, con sus ojos cerrados y ovalada boca y que para quienes conocemos Dr. Slump y su robot Arale, bien sabemos que, a pesar del color rosa helado de fresa, son más bien ¡cacotas!, con las que juega este robot con el palito. Y para terminar ,los "ojos P-Chan que todo lo ven", esa camiseta de Ranma graciosísima (y apretadísima también, que casi no pude salir de ella). Bueno, entre unas cosas y otras, además de cds de música que llevaba esperando mucho tiempo, desde luego, a pesar de la fatiga del viaje, todo fueron risas.









Pero como bien digo, a pesar del tiempo pasado, ése no era el propósito del viaje. Noche de sueño para disfrutar de un sábado completo. Dirección Madrid, allí nos reuniríamos la familia Regadera y anexos para disfrutar del tapeo madrileño entre cervezas variadas y recuerdos de antaño. Con la promesa de una sesión de fotos antiguas para el próximo reencuentro.












Y de allí, en busca del objetivo añorado. Camino a la Sala Heineken, bastantes metros antes pudimos localizar toda una hilera de peculiares personajes de melena larga, hombres y mujeres de negro con ese look que siempre nos caracteriza a los jevis. Entradas agotadas días antes para un concierto por muchos esperado. Allí estábamos para ver a ¡¡¡KAMELOT!!!:


¡La noche llegaba! Por fin dentro, los teloneros nos esperaban. En un principio dos grupos: Delain y Serenity. Pero estos últimos no pudieron acudir por enfermedad del vocalista. Una lástima pues no dudo de su calidad ya que Kamelot sabe rodearse de los mejores. Y efectivamente así fue.


Conciertaaaazzoooo el de Delain!!!





Grupo holandés que ya está dando bastante que hablar. Grandes músicos, vocalista espectacular, carisma rebosante. Todos los ingredientes para pasar de ser teloneros a ser cabeza de cartel.


Concierto posiblemente especial para su teclista nacido en Madrid (aunque sin demasiado aspecto español). Una canción tras otra sonaron espectaculares. A pesar de no ser tan conocidos despertaron el entusiasmo del público y lograron una animación absoluta.










Por mi parte les doy un buen sobresaliente. Bien merecieron un vídeo que aquí os dejo para que podáis disfrutar de una banda que, espero, va a dar bastante que hablar. Tal vez dentro de la moda actual de grupos con vocalista femenina y sonido levemente gótico, pero no cualquier grupo está dotado de un buen sonido para permitirse el lujo de triunfar. Posiblemente éste sea uno de ellos.


Tras los 45 minutos de rigor, despedida con elogios y espera. Momento de ir al baño, a la barra mientras preparaban a conciencia los instrumentos. Asombro al ver aparecer la batería que estaba oculta. Yo al menos aún no había visto ese sistema de suspensión, bastante práctico para pequeños espacios, pero creo que no sólo a mí me sorprendió pues se pudo ver como mucha gente sacaba su cámara para fotografiar aquella batería espectacular.


Los nervios comenzaban a hacer vibrar y contagiarse. Todos espectantes, la gente empezaba a gritar. Y así, tras la ansiedad y el furor, la luz caía y los focos comenzaban a iluminar el escenario, sonido orquestal de fondo y ¡al fin! Así empezaban con toda su fuerza con la canción que da nombre a la gira. El impresionante:

Rule the World


Una tras otras continuaron las canciones, los riffs, los breaks, la melodía del teclado... Un grupo asombroso, especial, particular. Con esa habilidad única que poseen tan precisa para recrear una atmósfera oscura, lóbrega, envolvente. Una tenebrosidad atrayente. Capacidad que les ha dotado de un sonido tan propio y original dentro del Heavy Metal, tan suyo, tan Kamelot. Reconocibles en la primera nota de cualquier canción desconocida nacida de sus creativas mentes. Lúgubres baladas que no dejan inerme a quienquiera que las escuche. Heavy o no, todo el mundo disfruta de sus tranquilas melodías. Grandes compositores de sonidos románticos por todos adorados.
Y en concierto. Magníficos, sublimes. Lástima el tamaño de la sala, o bueno, del escenario. Tan pequeño. Y el sonido que no fue del todo bueno. Especialmente por la especial importancia de la entonación del vocalista en este grupo, que no se pudo disfrutar al máximo por la debilidad de su sonido.



Tal vez un setlist aparentemente flojo para lo que uno puede ver en los vídeos de sus conciertos. Y personalmente, debido a mi pasión por este grupo, conocía prácticamente cada canción que iban a tocar por la cantidad de veces que me escuché los últimos discos en directo o que vi los vídeos y perdí el efecto sorpresa tan interesante en un espectáculo. ¿Quién pudiera ver uno de esos conciertos en los que se ven aparecer personajes con cada canción interpretando cada situación contada por sus letras; y las idas y venidas de grandes cantantes y músicos colaboradores? ¡Debe ser impresionante! Algún día... algún día...
Pero flojo o no, cada canción rebosaba energía: Center of the Universe, Pendulous Fall, Anthem, Karma, Human Stain o el increíble The Haunting (todos esperábamos a Simone Simons pero no pudo ser, aunque por supuesto, acuden a la gira con una magnífica vocalista para todas voces acompañantes).

Todos son músicos con todas las letras de la palabra. Músicos de verdad.




El teclista Oliver Palotai, que nos deleitó con el fino movimiento de sus dedos en un solo que nos dejó con la boca abierta.







Thomas Youngblood a la guitarra. Sin ser excesivamente conocedora de este instrumento no puedo emitir un buen juicio, pero desde luego su simpatía se desprendió por el escenario.







Al bajo Glenn Barry. Pura energía.






Y en esa llamativa batería Casey Grillo. En este caso sí puedo juzgar por tener algo de conocimiento, aunque sea muy poco. Sin errores, batería de un sonido nítido, sin ser demasiado brutal. Perfecto para este grupo. Fino y delicado. Con la técnica que sólo estadounidenses y japones saben estudiar para este instrumento al que dan gran importancia. Perfecto en cada toque, no necesita grandilocuencias para demostrar ser grande.


Pero, por supuesto, no me puedo olvidar de su cantante y frontman. El gran vocalista Roykhan. Como era de esperar me dejó boquiabierta, sin palabras.
Capacidad vocal impecable. Busca la perfección en cada palabra. Como siempre dije una habilidad interpretativa espectacular, te transporta a mundos demoníacos, vampíricos, de princesas sangrientas en busca de la eterna juventud siempre rodeados de las historias de los grandes escritos que pertenecen al bagaje cultural de toda nuestra sociedad: Las Mil y Una Noches, Fausto, la Divina Comedia, el Fantasma de la Ópera. Historias convertidas en mito, convertidas en leyenda. Esos escritos que contagian todo un mundo a representar. Roykhan ha sabido explotar ésa, su principal cualidad. Algo que no muchos cantantes pueden decir. Muchos saben cantar, emitir palabras asociadas a las notas, mas no todos saben transmitir el sentido. Cerrar los ojos a otro idioma y aún así comprender el personaje, el sentimiento. Y es que dota de vida a cada una de sus canciones, siempre esa vida fantasmal, espectral que les caracteriza. Siempre destacarán y se harán notar los cantantes como él, con técnica, antiguos estudiantes de la técnica operística, a la que dan gran importancia como el guitarrista sabe que necesita aprender a tocar la guitarra. Ni un solo error, ni un desvarío, cada nota a la perfección saliendo de sus cuerdas vocales.


Todos desprenden un carisma inteligente. El de una banda que busca la calidad y la excelencia. El perfeccionismo y la originalidad se desprende en cada estrofa. Sin olvidar esos coros de voces magníficamente espectrales de fondo, que son su sello de identidad, para cuidar cada uno de sus discos al detalle. Un regalo para nuestros espíritus musicales.

Y con esa magnificencia nos llevaron al borde del éxtasis. Melenas al viento (véase la de Oliver en la foto que parece que crece hacia arriba), brazos en alto, gritos, cánticos. Entusiasmo rodeando el escenario entre la tenebrosidad de sus sonidos...






Uno de los mejores recuerdos que siempre me llevo de muchos conciertos son las sonrisas de sus músicos. Cuando un grupo sonríe es la demostración de que ha entrado en sintonía con su audiencia. Que disfrutan de lo que hacen y se han convertido en uno con ellos. Que hay un feed-back especial en el que cada parte transmite su energía dotando a la sala de una misma vibración. Éstas son dos de las fotos que más me gustan, más allá de los headbangers espectaculares, las poses o la fuerza desgarradora en las canciones. Para mí la imagen de la conexión con el público. La sonrisa sincera.










Así se mantuvieron todo el concierto, totalmente entregados a su público. Con continuos guiños hacia nosotros, hacia las balconadas, hacia todos. Latiendo unidos con un solo corazón. El corazón que sólo la música otorga. Nosotros estábamos por ellos. Y ellos para nosotros.


Pero el final tenía que llegar. Por suerte bien sabemos a día de hoy que la primera salida nunca es la última. Y que el número tres parece el favorito para los bises. Y entre leves gritos ensordecedores reaparecieron dejando para el final maravillas como el single por excelencia de su último disco. Por supuesto la vuelta fue con:

Ghost Opera


Sin olvidar el deleite de las baladas con Love You to Death y la despedida apasionada con Farewell (nombre digno del adiós).


Pero no era un adiós definitivo. Aún le quedaba a Roykhan el último cambio de chaquetas. Colección acumulada de cada gira. Comenzó con una chaqueta estilo matrix larga, abotonada con reminiscencias chinas, para pasar a la camisa negra. Después una chaqueta simple, corta, elegante. El estilo militar con toques rojos. Y para terminar, aún quedaba una chaqueta por mostrar, con un estilo obispal en este caso larga. Desde luego todo un desfile de bien escogidos abrigos en una percha perfecta.


Y así reaparecieron, como sólo los grandes saben hacer, un rebis tras el segundo adiós, con fuerza para pasión de todos, para acabar con sabor a necesidad, con sabor a dependencia, con sabor a espera del próximo concierto. ¿Qué mejor que March of Mephisto? Inicio brutal de tambores ensordecedores. Espectáculo de garra como el que sólo Kamelot sabe dar en sus grandes conciertos. Magnífico, sencillamente magnífico. El mejor final que podían ofrecer.

March of Mephisto



Y ahora sí, la gran despedida, la del verdadero final. Vuelta a las sonrisas tan chocantes tras el miedo y terror que desprenden en sus canciones. Saludos a la audiencia, lanzamientos de toallas. Risas, fotos, cercanía... La cercanía que hace que un grupo mantenga sus seguidores.










El adiós definitivo... Por ahora...


¡Ah! Pero aún no estaba todo dicho. Como sabroso final, Delain tuvo el detalle de salir a firmar discos y hacerse fotos en el momento en que mucha gente se dirigía a la salida y encontraba el puesto de camisetas para comprar. Mucha simpatía la de estos chicos. Como la mayoría de las vocalistas actuales, puede estar contento el sexo masculino porque no se le puede negar a Charlotte Wessels su belleza.












Y entre rubios holandeses, una servidora. ¡Anda que no quedaría yo bien como cantante del grupo! jejeje.


Y ahí quedamos, en la noche madrileña de terrazas abiertas aprovechando las temperaturas primaverales. Y el que quiera ver más fotos, ¡pues ya sabe dónde están! ¡En el facebook! ¡Cómo tantas otras!

No hay comentarios: