lunes, 7 de enero de 2008

Capítulo 1º En el restaurante 2005 - Los Entrantes

Cena mítica donde las haya fue aquélla del 2005. Para aquéllos que no recuerden (que hubo muchos con amnesia postmelopéica) se celebró en el mesón los Cantos (¿ya vais haciendo memoria?).
Comenzó como todas, con calma, amor y tranquilidad.
Aunque alguno ya iba ciego y despuntó desde los inicios.

Todo transcurría con normalidad a uno y otro lado de la mesa.








Los platos iban llegando y los vasos se iban llenando. Y llenando. Y llenando. ¡Y un brindis! Y llenando.
Aún así, éramos jóvenes y el cuerpo resistente; aún conseguíamos todos manejar el cuchillo y el tenedor como personas normales. Bueno ¿todos? uuuuuhhhhmmmm. Los efluvios del alcohol iniciaban sus efectos.




Hubo quien no pudo superar la dura prueba de los entrantes y recurrió al inicio de una nueva religión creando e idolatrando a su dios propio y personal.




Pero aún así y como no podía ser de otra manera, continuaron dándole a la botella, pero de verdad a la botella, ahí, sin vasos, como está manda`o.



Fue apareciendo el plato principal, que llegó a nosotros aún en un entorno que no rozaba lo lamentable. Pero ¿qué se hizo para remediarlo?... ¡¡¡Pues continuar brindando!!!
Y la normalidad comenzó a desvanescerse en pos de la locura. Para alguno la elección del postre supuso un trauma que le conminó a la paranoia momentánea, menús en la cabeza que le perseguían a donde fuese.

¿Conseguiría atravesar este duro abismo de esquizofrenia que todos conocimos el día en que los árboles se convirtieron en la diana de sus desvaríos?


¿Conseguirá nuestro creyente evolucionar hacia la búsqueda de la iluminación?





¿Conseguirá también nuestro cámara equilibrar sus manos y dejar de imaginar mundos retorcidos de vinos vivientes, comandantes de ejércitos borrosos?

No te pierdas nuestro próximo episodio en que las respuestas a estas grandes incógnitas serán desveladas.
Continuará...

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