viernes, 21 de diciembre de 2007

Cassandra y la realidad de un mito

"En la mitología griega, Casandra era hija del rey de Troya, Príamo, y de Hécuba.
Igual que su hermano gemelo Héleno, tenía el don de la adivinación, cualidad atribuida, según una versión del mito, al hecho de que ambos hermanos fueron lamidos por dos serpientes en el templo de Apolo, donde habían sido abandonados una noche por sus padres.

La versión más conocida, sin embargo, atribuye a Apolo tal concesión a Casandra a cambio de los favores que ésta le había prometido al dios. Al no cumplir éste la promesa, Apolo, irritado, le escupió en la boca, lo que provocaba que, aunque profetizara acertadamente, no fuese creída por nadie. Este castigo convirtió a Casandra en un angustiado personaje en lucha continua por ser creída.

Ejemplos de las acertadas premoniciones que nadie creyó fueron:
- El anuncio de que Paris, hijo de Príamo, sería el causante de la ruina de Troya,

- O el vaticinio de que sería funesta la introducción en la ciudad del caballo de madera que los griegos habían dejado en la playa cuando simularon retirarse.

Todo fue inútil. Nadie le dio crédito a la adivina, y cayó la ciudad, refugiándose Casandra en el templo de Atenea. Hasta allí la persiguió Áyax, quien, sin respetar el lugar, la arrastró violentamente.
A la hora de repartir el botín, fue asignada a Agamenón, quien, enamorado profundamente de ella, le hizo concebir dos gemelos: Pélope y Teledamo.
Ante el regreso a Grecia con Agamenón, una vez más profetizó, sin ser creída, que en Argos les esperaba la muerte a Agamenón, a sus dos hijos y a ella misma, pese a lo cual tuvo que hacer el viaje."

Y esta es la triste realidad de aquéllos condenados a no ser oídos y escuchados. Mala elección de muchos que se dejan guiar por falsos ídolos; manipulables e influenciables por una imagen carismática y demagoga; impresionables por letreros pomposos y rebuscados que buscan atraer a los sencillos. Escucharán a éstos y reducirán a cenizas a personas con grandes ideas y opiniones, cuyas recomendaciones y consejos merecen ser tenidos en cuenta (estupidez humana que en política y publicidad han sabido reconocer y utilizar). Nadie les hará caso; y se demostrará miles de veces que tenían razón, que su opinión era la cierta y su consejo debía ser llevado a cabo; pero será tarde, porque ya no le será reconocido, no habrá humildad que le diga "perdona, nos confundimos". Y son Casandras en vida, que sabiendo la verdad serán desplazados una y mil veces. ¿Acaso puede haber frustración mayor que no ser tenido en cuenta cuando tienes la razón?

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