viernes, 14 de marzo de 2008

Escapando de nuevo

Tras una semana de ardorosa devoción por la tercera temporada de esta serie, sin poder parar de ver un capítulo tras otro, después de haber aguantado estoicamente sin comenzarla hasta tenerla completa, por fin terminé el decimotercer y final capítulo, y he de decir que: ¡¡¡Pedazo de final!!! ¡Qué tensión! ¡Quiero más! Porque obviamente, esto no acaba aquí y lo que queda por venir tiene muy muy buena pinta.

Como no podía ser de otra manera la tercera temporada de Prison Break es un despliegue de intensidad, intriga e inteligencia. Quién podía decir que ya desde el comienzo pudiese sentirse el buen hacer de sus guionistas, y su gran capacidad para engancharte tras cada trama.

Lo que no podíamos imaginar, lo han conseguido, y es darle un sentido a ese final tan repentino e inesperado (en el que sentimos claramente cómo habían dado un giro completo al que hubiese sido el final original para poder continuar con esta gran serie); loable cómo han podido de nuevo dar forma a algo que parecía insostenible y ahora hace recuperar una causa posible y viable que explicaría aquélla revuelta de la serie.
Aunque siempre quedan algunas incógnitas por explicar que no terminan de encajar como, porqué meterlos a todos en Sona o porqué había necesidad de que todos muriesen en la segunda temporada.

Esta vez la acción se desarrolla en una nueva prisión en PANAMÁ llamada Sona, Y aunque la fórmula triunfadora de esta serie se repite, Sona es bien distinta de aquélla de Fox River de la que escaparon en la primera temporada. Prisión repleta de los seres de la peor calaña que habitan en la tierra con normas propias y adaptadas a su forma de vida, las más viles, las reglas sobre la vida y la muerte. Dejada de la mano de Dios y gobernada por los hombres de la cárcel.

Inmejorables los roles de los personajes que despliegan toda su capacidad interpretativa con una adaptación a las circunstancias digan de grandes actores. Todo un diseño de su papel extraordinario; desde su aspecto, a la forma de caminar, de moverse, de sentir, accionar y reaccionar, nos muestran a unos intérpretes excepcionales.


T-Bag (Robert Knepper) mantiene el nivel al que nos tuvo acostumbrados en la primera y segunda temporadas, aunque algo relevado en su anterior protagonismo. Para mí el actor más digno de mención, capaz de ensuciarse la dentadura al comprender la profundidad que conlleva una persona delictiva encerrada en prisión.
El excepcional "mono" que representa Alexander Mahone (William Fichtner), digna interpretación de la necesidad de un drogadicto de élite.
Y Wade Williams demostrará una insuperable capacidad de adaptación a las nuevas situaciones de su personaje Bellick, que a lo largo de las temporadas se ha visto involucrado en diferentes procesos y cuya función ha cambiado y él ha sabido adoptar nuevas posturas bien definidas para sus nuevas actitudes.

Y para esta temporada nos regalan la vista con un nuevo personaje bastante tremendín, el australiano de la voz sexy de nombre Whistler (Chris Vance), pero que no hará sombra a Scofield, y para deleite de ellos el estereotipo de mujer sexy, fría y calculadora, Gretchen Morgan (Jodi Lyn O`Keefe), entre otras muchas novedades.

La mirada de Scofield (Wentworth Miller) tan intrigante, profunda y penetrante como siempre, no pierde un ápice de su tremendo atractivo, de su inteligencia y lógica seductora a pesar de los sudores que transpira su chaqueta a lo largo de los episodios. Con sus respuestas, cortantes, intrigantes y acertadas a cada pregunta deductiva a que le someten. Sólo da la justa solución que no dice nada de lo que buscan de él. Una mente más allá de lo normal, una sensibilidad y un sentido de la justicia excepcional que hacen de este carismático personaje la seducción hecha materia, el sex-appeal hecho hombre. Aunque tras esta aparente idiosincrasia virtuosa de separación entre el bien y el mal le veremos evolucionar hacia el mayor de los rencores.

Rodeado de complicaciones muy en la línea de las otras épocas que conseguirá ir solucionando como el mejor McGyver que ha dado hasta ahora la televisión norteamericana.

Y su voz… a veces con un toque sepulcral dándole una presencia sexy e hipnotizadora. Y su capacidad para percibir los mensajes ocultos en los gestos y palabras de los demás, de comprender sus actuaciones. Todo un personaje realmente bien elaborado, de inteligencia sublime.


Una lástima la falta de aparición de Sarah Tancredi (Sarah Wayne Callies), que daba un toque emocional y sentimental a la serie, aunque la pasión y el amor de Michael Scofield puedo asegurar que llegará a un punto mucho más culminante y decisivo.

Tras un año en que comencé a ver la primera temporada con tal precipitación que quemé el ordenador (puedo asegurar que esto tiene algo de verídico), la tensión consiguió desvanecerse cuando descargué el último episodio de esta temporada, para volver a dar lugar a una nueva espera sufrida mientras llega la próxima, pues como ya dije, esto no acaba aquí, y aún nos queda mucho por descubrir.

En mi humilde y modesta opinión, de lo mejor que se ha hecho en cuanto a guiones de series en mucho tiempo. Actores poco conocidos ni dotados de un gran atractivo físico en general (guardando las diferencias), capaces de dejar a un lado su apariencia para dar verdadera vida a sus personajes, envueltos en una trama sofisticada donde se ha sabido jugar muy bien con la tensión, la intriga y el enigma generando un interés en los espectadores más allá de grandes series hasta ahora conocidas.

P.D. Creo que a alguno le va a gustar la pequeña mención, hacia mitad de temporada, a una explicación de los pulsos electromagnéticos y la relación rápida que hacen con su utilidad en ataques terroristas.

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