domingo, 1 de junio de 2008

A mí no se me grita

¿Cuántas veces se escucha esta frase en boca de mucha gente? ¿O cuántas veces no la habremos dicho nosotros mismos?

A primera vista, parece simple. No se debe gritar, es falta de autocontrol, etc, etc, etc. Sí, éstos son los primeros argumentos básicos que a todos se nos ocurren al instante y sin un análisis conciso. Pero, como todo en esta vida, si sabes raspar en la superficie, las cosas no son nunca tan simples. Pero no es fácil llegar al fondo, ni interesa muchas veces. Es un trabajo de reflexión profunda bastante complicado.

El grito es una expresión más del ser humano, parte inherente de ella, como el llanto, la risa, el sollozo o el silencio. Una parte más del complicado conglomerado de matices que presenta, y debe presentar, el ser humano. Ni mucho menos es una parte a erradicar. No podemos exigir a los demás que continuamente sean felices y alegres y que no se expresen, porque, claro, es así como nos gustan más. Eso es eliminar toda nuestra complejidad y reducirla por nuestros propios intereses.

El grito, el cabreo, el enfado, forman parte de un aprendizaje que debemos obtener. El niño, al ser gritado por su madre, comienza a aprender que tal vez ha hecho algo malo y por eso ha enfadado a alguien que quería. Empieza a distinguir que a veces provoca ese sentimiento en los demás y su respuesta natural no será impedir que le griten o rechazar al que grita, sino reconocer que tal vez cometió una falta. Es el desarrollo de una conciencia que le hará intentar evitar de nuevo esos gritos. Intentará no hacer algo que pueda dañar a su madre porque sabe que provoca en ella gritos (digo madre por ejemplificar solamente), reconoce que si le gritan es porque hizo algo mal y lo evitará. Así, este niño, en la edad adulta habrá desarrollado un conocimiento que le dice que si hace algo malo, le gritan y se enfadan con él, sabrá que no debía hacerlo e intentará evitarlo. Y si le gritan será capaz de reconocer que tal vez no estuvo bien y provocó esa respuesta. No se centrará sólo en pensar que él no se merecía esos gritos. No razonará que los demás están locos y por eso gritan. Sabrá que a veces los merece y debe corregirse. Sabrá que a veces, ese cabreo responde a un error suyo y que el otro tiene derecho a enfadarse. Se convertirá en un automatismo que le llevará a ser mejor persona y hacer lo mejor para los demás porque no “quiere que le griten”.

Evidentemente, teniendo en cuenta ese “a veces”, pues no siempre es así, hay que saber reconocer las situaciones, y esta es la parte difícil del asunto o se puede caer en el error de disminuir nuestra estima pensando que siempre es falta nuestra, cuando no tiene porqué ser así. Como siempre “el equilibrio” tan complicado, ese hilo tan fino y fácil de romper, ese camino tan difícil de mantener.

Pero, ¿y del adulto acostumbrado a usar la frase? “A mí no se me grita”. Aseveración categórica. ¿Qué se esconde detrás de esta frase? Hay una falta de aprendizaje de lo anteriormente expuesto. Hay un niño que pocas veces se llevó alguna regañina. No es un niño que jamás rompió un plato, ni mucho menos, pues nadie se libra; es un niño al que casi nunca se le echó nada en cara y desprestigió al compañero que se cabreaba y no evolucionó conociendo los enfados como algo natural, sabiendo que la gente no grita sin más, grita por algo y es necesario buscar ese algo, que muchas veces podemos ser nosotros y otras es su dolor interno que nos busca para que le ayudemos y no para que le reprendamos. Hay una falta continua de reconocimiento de nuestros defectos que nos lleva a pensar, por tanto, que nosotros “jamás merecemos que nos griten”, porque nunca hacemos nada que conlleve a ello. Nunca somos nosotros. No es un “no me grites” puntual, es un “a mí no se me grita” general. Es el desconocimiento del grito como forma más de expresión del ser humano. Es la negativización de algo necesario en nuestro crecimiento. Es la ausencia de conciencia. Persona para la que los enfados de los demás jamás tienen nada que ver con ellos. Erradicadores de la parte dura de nuestra personalidad; dura, pero que nos completa y nos hace grandes. La que demuestra que queremos a los demás y nos quieren más allá de intereses personales.

Somos un gran cuadro con muchos matices. No podemos tirar por la borda ninguno de ellos, pues todos, utilizados en su justo momento y en su justa medida, tienen su función.


Y, como siempre que desarrollo una teoría me gusta investigar lo que opinan los profesionales al respecto, pues aquí va lo que me he encontrado sobre el grito, para el que le interese.

"El grito ayuda a descargar energía. Pero solo cuando hay un sentimiento de pormedio que nos impulsa a hacerlo. Esta intensidad en la voz se debe manejar de acuerdo a lo que sentimos.

El problema, dice Santiago Rodríguez, profesor de Técnica de Voz, es que: "Socialmente nos van condicionando y siempre nos han dicho que no hablemos muy alto. Nos mal educan en la casa, en la escuela, nos quitan la posibilidad de opinar y uno va perdiendo la voz".

El ser humano está hecho de diferentes emociones y diferentes formas de expresarlas. El grito es una forma de ellas. Rodríguez reflexiona sobre su propia vida: "Cuando mis hijos alzan la voz, no lo considero falta de respeto, ya que están viviendo una serie de emociones fuertes que deben dejar salir".

Pero, ¿existe la terapia del grito para poder desahogarse? El real desahogo es que en su contidianidad, "la gente no tenga miedo de hacerse escuchar". La real terapia es conectar el sonido con las emociones y pensamientos "solo ahí se lograría una liberación".

Para el psiquiatra Carlos León no se puede hablar de una terapia de gritar por gritar. Para que dé resultado, dice, el grito debe estar ligado con las emociones, es "la capacidad de relacionar nuestras emociones con la expresión".

Es decir que el grito, el llanto, la risa... salgan en el momento adecuado, cuando realmente lo sentimos y no sin motivo. "Si no hay la emoción, el grito resulta inadecuado", dice."

Dedicado a todo el que le guste reflexionar, pues como bien dijo Descartes:

"Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás."

"La filosofía es la que nos distingue de los salvajes y bárbaros; las naciones son tanto más civilizadas y cultas cuanto mejor filosofan sus hombres."

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Para todas las Sharapovas (gritarán igual de fuerte en la cama?) una frase de un gayer:
Quien de verdad sabe lo que habla no encuentra razones para alzar su voz (Leonardo Da Vinci)

Anónimo dijo...

Tienes razón en que a veces está bien gritar, pero muchas veces, la gente que grita realmente son unos maleducados que utilizan el grito para imponer su opinión por encima del resto.
En una discusión civilizada, cada uno debe esperar su turno para exponer sus ideas y no apropiarse del turno de los demás mediante gritos.
Por tanto, sigo pensando que el grito en la mayor parte de las situaciones cotidianas de la vida en un símbolo de egoísmo.

Roxa dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo. Tus argumentos son totalmente compatibles con los míos. Yo hablaba de los gritos de rabia, desesperación, impotencia. De las expresión de un enfado causado por alguna razón, como un color más de la paleta que dibuja al ser humano. Cuando en una interpretación teatral hay un enfado, ¿cómo hacen percibir los actores al público ese estado? Posiblemente con gritos. O el público no captará nada. En lenguaje escrito se busca por todos los medios intentar reflejar la expresividad, con exclamaciones, con emoticonos actualmente, o la conversación queda carente y vacía. Hacen falta esas variedades de emoción para saber lo que le pasa a una persona, porque en general no vemos más allá de la superficie. Aunque los actores tendrán otras muchas formas de expresión y actuación aparte del grito, como en la vida cotidiana. La rabia existe y no se puede evitar. Teme más al que no la expresa con gritos, porque la expresará de alguna otra forma que pueda ser mucho más dañina. Ejemplos como la indiferencia o la venganza, o las ironías cada vez que hablas o los cotilleos a las espaldas. Hay muchísimas formas. Y el que no grita porque jamás siente rabia, cuidado, tampoco es un virtuoso, es un falso autocontrol que se corresponde más bien con pasotismo. Es el "me la suda" de mucha gente que, al no verse afectado por nada, sólo piensa en él, es egoísta y no hace nada por los demás.
Y hablando de egoísmo, comentabas que el grito muchas veces es símbolo de egoísmo, tal vez en este caso no sea la palabra más acertada, por lo que yo entiendo igual te refieres más a egolatría, a no permitir a los otros ser escuchados, pero, en este caso, a lo que yo me refiero, es que egoísta es el que no permite a los demás que tengan rabia y dolor, pretendiendo que siempre estén "de buen rollo".
Tú me hablas del que grita por imponerse. A veces es la falta de argumento, otras veces es la impotencia de que nadie te escucha y al final acabas gritando, porque inconscientemente sabemos que así se nos termina escuchando. Cree el ladrón que todos son de su condición. No todos son como tú, Jano, no todo el mundo escucha y razona, reflexiona y es capaz de corregirse incluso (de lo más difícil que puede haber en este mundo porque hay que tener mucha autoestima y dignidad para ser capaz de reconocer errores y no por ellos sentirnos peores personas o heridos en el orgullo, sino comprender que es natural y que más grande es, precisamente, quien se corrije, lo malo es que esto suele quedar oculto a los ojos del resto del mundo que sólo verá que "la persona erró"), por eso se termina recurriendo al grito. Es una realidad. Efectivamente ese tipo de grito no sería necesario si nos escuchásemos, pero eso a veces no es así y es la forma de hacerse notar. ¿Por qué el niño aprende del grito?, porque aún no ha desarrollado la conciencia y no se puede razonar con él, así pasa con muchos adultos también. El razonamiento no funciona con ellos. Lo ignorarán.
En este sentido, ahí está la grandeza del lenguaje escrito que obliga a leer todo y esperar antes de responder, algo que no sucede hablando porque por un problema natural para razonar, atender y recordar lo que queremos deci, nos pisamos unos a otros y respondemos antes de que el otro haya terminado. Limitaciones del cerebro humano.
Esta era mi teoría, que no todos los gritos son categóricamente malos, sino que, como todo en esta vida, depende de la situación. El grito que daña por el mero echo de hacer daño, es un grito innecesario. Pero habrá que analizar cada situación por separado.


¡¡¡Ay, cómo me gusta esto!!! Dame más, dame más. ¡Qué desde que bajé al examen no tengo un buen debate y tengo monoooo!!! (Aunque le faltan unos pocos de grititos y subidas de volumen para amenizar un poco más la situación y que no sea sosón jejeje, más las cervezas, véase Coca-cola/Aquarius, de después como si no se hubiese hablado de nada).

Roxa dijo...

¡¡¡Burlón pestuzoooo!!! ¡Para ya de cambiar de nombre que luego me lías, malditooooo!

Y yo tengo más, jódete:
"No es más fuerte la razón porque se diga a gritos" Alejandro Casona.
"El saber y la razón hablan; la ignorancia y el error gritan" James Perich
"Todos los hombres que no tienen nada importante que decir hablan a gritos" Enrique Jardiel Poncela

¡Ala, supérame!

(Aunque sigo diciendo que esta gente dice estas cosas porque ellos seguro que sabían escuchar y eran reflexivos y por eso no hacía falta gritarles y se creían que todas las situaciones son así, pero es que eso no es real. A lo que se añade el que encima la mayor parte de las personas en mayor o menor medida no atiende a las ideas, sino a la persona que da una idea, dándola por válida o inválida según quien la diga y no por la idea en sí misma, y seguro que a éstos les escuchaban. He dicho).

Roxa dijo...

¡¡¡42 visitas llevo hoyyyyy!!!! ¿habéis estado entrando para ver si os respondíaaaa? porque es bastante para llevar la mitad del día. ¡Cómo mola!

Anónimo dijo...

Me sigue maravillando tu habilidad para hacer comentarios más grandes casi que el propio hilo.
Bueno, viendo que los dos opinamos igual, no hay mucho lugar para más discusiones, pero si quieres te puedo trollear un rato, o si no le dejo esa labor a Burlón (¿el gato de los trotamúsicos?) que tiene tablas en esas labores.

Roxa dijo...

No, esta vez no es más grande que el propio hilo, porque el hilo ya de por sí se las trae.
Y hablando de hilos y enlazando con tu respuesta, ¡¡¡qué grande lo de los trolls, buenísimo!!! ¡qué risas mare!

Anónimo dijo...

Me encantan tus citas, no conozco a ninguno. Los trolls son como los gremlins, hay que cuidarlos, mimarlos, que no se mojen y no darles de comer demasiado. Pero son una ricura o no?

Roxa dijo...

jajaja, bueno, alguno que otro es pa` darle de comer aparte jajaja