jueves, 5 de junio de 2008

¿Por qué?

Para los que sufren la soledad, angustia social que te mata lentamente:

Hoy quieres gritar, llorar, escapar. Pero estás en el vacío. Sabes que no puedes hacer nada. Y me lo cuentas desconsolado y yo te escucho y te comprendo. Te han quitado la sonrisa, a ti, mi mejor amigo, y eso me duele en el alma.

¿Quién puede sentir placer generando tal sufrimiento? Pensaste que la gente corriente, normal, como tú y como yo, nunca hería de este modo y, si lo hacía, no disfrutaba recordándote el pozo al que te confinó. ¿Cómo puede alguien hacer tanto daño y no sentir misericordia?

Creíste que en tu status los sufrimientos los daba la vida y no tus semejantes.

Lo conocías, conocías el sufrimiento, no era ajeno a ti, pero no en esta medida porque nunca te enfrentaste cara a cara con la total carencia de piedad.

Por más que buscas no encuentras si hiciste algo que pudiera merecer tanto dolor. Y sigues buscando incesante aunque ya conoces la respuesta. No eres tú, es la maldad de tu alrededor y no puedes hacer nada.

Ya lo hiciste. El orgullo no te importaba pues sabes que está sobrevalorado. Pero bajaste de tu pedestal perdiendo incluso tu dignidad mientras reconocías faltas que no eras tú quien cometió ni provocó, sólo por intentar solucionar. Pero no sirvió de nada. Porque de la fruta podrida no hay bocado que sacar.

Sabías que la vida no era justa, que la vida daba a quien no lo merecía, a quien menos hacía por los demás sin interés, pero nunca viste esta realidad tan cerca y tan cruel. Ya la habías sufrido, pero semejante verdad nunca te había golpeado de esta forma. Y mientras llorabas, veías cómo ellos reían sin ningún tipo de piedad. Intentabas evadirte pensando que tal vez ellos no eran conscientes. Pero todos te lo dijimos. Ahora sentimos haber sido tan directos, pero tuvimos que decírtelo: no pudo no darse cuenta del daño que te provocaba, aunque fuese sólo un poco. Nadie está tan ciego, sólo son vendas intencionales en los ojos. Cuando hablábamos de ti alguno llegó a opinar que incluso eran actos estudiados.

La rabia te consume al pensar el porqué de la injusticia. Por qué tú, que nunca hiciste mal a nadie, que siempre estuviste ahí para nosotros, mereces esta penuria.

Me dices que prefieres pensar que hay algo que se te escapa porque la idea de la maldad sin razón no eres capaz de concebirla. Y yo te respondo que tal vez esa sea la respuesta y tengas que abrir los ojos.

Pero aún hoy día, tras largos análisis buscando una razón que no hay forma de encontrar, sé que de vez en cuando prefieres pensar que tú tienes alguna culpa que no hallas, antes que pensar que en el mundo pueda existir alguien tan frío y carente de sentimientos.

Y dejaste de llorar porque no te quedaban más lágrimas. Me miraste sonriendo la última vez; pero yo te conozco y sé que por dentro no sonríes.

Ya no es la pena de lo perdido la que te consume, ahora es la impotencia quien te destruye, la impotencia de saber que no puedes resolver esta ecuación de dos incógnitas si tú sólo conoces la que a ti te pertenece.

Lo que se inició como una etapa más de tu vida que concebías como neutral evolucionó hacia la esperanza de haber encontrado al fin tu lugar. Te llenaron la cabeza con ilusiones de una etapa positiva. Te pusieron los regalos en la mano para que los vieses y tocases, para que pensases que eran para ti, pero sólo era para arrancártelos después.

Todo era una mentira.

Como al niño pobre que ha olvidado que siente hambre y le ponen un banquete delicioso ante sus ojos, permitiendo que lo huela y lo sienta, y le ponen los cubiertos en la mano haciéndole creer que será suyo, para arrancárselo vilmente después.

¿Quién puede ser tan cruel?

Y después, en vez de mantenerse al menos neutral, te sirvieron la indiferencia y la marginación para regodearse más de su felicidad.

¿Quién puede ser tan mezquino?

Conociste a mucha gente, tal vez demasiada, y en tus años de experiencia siempre que te hicieron daño viste culpabilidad en las miradas, y de este modo, nunca concebiste que algún día podría no ser así.

Cuando ya no interesaste te tiraron como al juguete de un niño caprichoso que se cansó y ya no te necesita porque tiene un baúl repleto, y convenció a los demás niños para que no te recogiesen, y te apartaron del resto de juguetes y te pisaron porque molestabas en la casa.

Y sientes que eres un trapo usado que tiraron al camino porque dejó de ser de utilidad.

Sólo jugaban contigo a utilizarte en un tiempo en que, por una razón que desconoces, hubo algún tipo de interés. Te hicieron pensar que importabas y que contaban contigo. Después dejaste de interesar. Y la realidad de que todo fue una mentira te golpeó en la cara con tanta contundencia que no pudiste responder a tiempo. Y te sentiste tonto al pensar que tú lo permitiste, dejaste que te usaran. Pero, yo te digo amigo ¿quién lo podía imaginar? Ya te lo dije. Nadie se lo esperaba, nadie podía comprenderlo, nadie se lo creía y nadie ha logrado comprenderlo aún ahora.

Recuerdo que te avisaron, incluso mucho antes de que todo cambiase. “Su comportamiento no es ni medio normal”, “hay algo que no funciona en esa persona”… pero tú no podías creértelo. Nadie podría ser tan ruin. Y no escuchaste a quien te había demostrado una y mil veces que era sabio en sus juicios.

Y en el fondo sabías que tenía la razón, tú me habías hablado, incluso antes tú percibías que una tormenta te iban a enviar porque algunas señales te lo indicaban. Pero no quisiste hacer caso a esas señales, porque jamás imaginaste que la tormenta podía llegar a tan alto nivel de repercusión.

Y gritabas en silencio porque allí no había nadie que te escuchase. Tres ataques de ansiedad, o eso crees que pudo ser, pues dices que nunca antes conociste semejante sensación y pensabas que no era para ti, que tú siempre controlaste; tres ataques de ansiedad y nadie para ayudarte y sostenerte mientras tu respiración se entrecortaba y te ahogabas con angustia, mientras tu pecho te oprimía y sólo podías tumbarte encogido con la esperanza de que en algún momento se tenía que pasar solo. Y pasaba. Pero el aire consumido nadie te lo devolvería.

¿Por qué no acudiste antes a mí si sabes que allí estaría? Yo lo sé. En el fondo conozco la respuesta aunque tú no me la digas. Comenzaste a pensar que todos éramos iguales y a nadie le importabas. Ahora que comprendiste que mucha gente te quiere aunque estés lejos, me lo relataste todo, y me entristecí al pensar que no confiabas en mí, pero al conocer toda la historia te comprendí perfectamente.

Entiendo que intentaron hundirte y humillarte, hacerte sentir culpable pensando que debían darte duras lecciones que tú no merecías. Injusta respuesta generadora de un duro pesar que jamás puede tener justificación. Te quitaron justo lo que más necesitabas en aquel momento de tu vida. ¿Qué lleva a alguien a desarrollar tan gran rencor?

Pero sabes que todo esto pasará y tu misma mente borrará estos recuerdos como si nunca hubiesen existido. Y borrarás también lo bueno por haber sido un cuento, una mentira, una ilusión.

Siento romper tu optimismo pero las arrugas que salieron por el llanto de tus ojos, quedarán ancladas como cicatrices eternas en tu alma. Y cualquier ínfimo detalle te traerá de nuevo el recuerdo de lo malo, o el recuerdo de lo bueno que a su vez te devolverá la realidad de que después se transformó en malo.

Pero también sabes que mirarás atrás con pena al recordar y pensar que no te queda nada allí, tras una etapa tan larga, cuando nunca antes, en ningún otro lugar había quedado semejante vacío. Y eso para ti es triste. Y tendrás que aprender a vivir con esa tristeza. Sabiendo que siempre antes aprendiste al menos una lección pero que de esta experiencia sólo obtuviste un sufrimiento inútil.

Aunque sobre todo sabes que un día esto acabará porque hay gente que te espera con los brazos extendidos. Y ya no estarás solo.

Yo estaré ahí, amigo, para ti, ¿estarás tú para mí?


Se lo dedico a todos mis compañeros fisioterapeutas, esos que andan o anduvieron por Francia o Italia, que, en mayor o menor medida, han conocido la misma situación que este chico, y por eso ahora son mejores personas que antes de marcharse.

¡Sois la ostia, todos!

No hay comentarios: