sábado, 7 de junio de 2008

Un postre muy internacional

Pues ya que alguien me regaló rica confitura de manzana artesanal, me dije ¿y esto con qué lo acompaño yo? Y, evidentemente, me sentí obligada a acompañarlo con unos ricos... ¡Frixuelos!

Llevaba ya tiempo queriendo hacerlos por mí misma y no comprando la masa hecha y tirando de Internet (Internet I love Youso much!) me encontré las recetinas. Como siempre, tras mirar varias páginas no coinciden unas con otras así que mezclé las recetas entre ellas (con cierta lógica evidentemente). De todas formas como todo buen postre es lo de siempre, harina, azúcar, huevos y leche (no hay buen postre típico que se precie que no contenga estos cuatro ingredientes). Una pizquita de sal al batir, le hice caso a una de las recetas y eché un pelín de levadura y recomendaban anís dulce, pero yo no tenía y como la Wikipedia hablaba de vino, pues miré la botella de vino afrutado que tengo abierta, un delicioso Pacherenc du Vic Bilh que traje de Gers en una de las últimas subidas a Francia (los que conocéis este vino sabéis que es delicioso) y dije ¡esto tiene que ir de puta madre! Y, pues ala, a batir, batir, batir hasta hacer la masa cremosa. Esperé media horita para que las levaduras hiciesen algo. Y ¡a la sartén!


Aquí se habla de Frixuelos pero es un postre que da la vuelta al mundo. El origen lo achacan a lo pagano. La adoración al sol en toda la Tierra hacía que se buscase representar esta esfera, dando lugar a obleas en los cinco continentes. Con este origen pagano se asocia su ingesta a los Carnavales, único reducto que dejó libre el cristianismo para escapar de su autoridad. Y dada su asociación con lo festivo se endulzaba con los ingredientes que considerase la tribu. Los asturianos frixuelos (también denominados con muchos más nombres según la zona) son las gallegas filloas (también entre muchas otras denominaciones), las hojuelas castellanas, las crêpes y las galettes bretonas (en bretón krampouezh), los pancakes ingleses o panqueques argentinos. Curioso que en Bretaña se sirven tradicionalmente con sidra. Palačinka en Europa Central (Chequia, Eslovenia y Croacia), Palatschinken en Austria, Palacsinta en Hungría, todos estos términos derivados de la palabra rumana Plăcintă (del latín placenta). En la mayoría de las regiones alemanas Pfannkuchen, en neerlandés pannenkoeken. Algunas han terminado siendo famosas como las Crêpe Suzette de las que cuenta la historia que salieron (como tantas otras recetas tipo Brownie, tarte Tatin o el Panettone) de un error o accidente. Parece ser que Eduardo, cuando aún era Príncipe de Gales, solía veranear en la Costa Azul Francesa. Estaba el maitre preparando crêpes cuando se derramó e incendió Licor de Mandarina y parece que al probar el resultado tenía buen sabor; quiso llamarla "crêpe princesse" pero Eduardo decidió ponerle el nombre de la niña de uno de los acompañantes "Suzette". Aunque ésta es sólo una de las historias que rodean a esta célebre crêpe.

Para el que venga a Asturias totalmente recomendable la Tarta de Frixuelos (capas y capas de esta delicia con crema y chocolate) y que a alguno le recordará a la deliciosa tarta de galletas de tooooodoooos los cumpleaños de nuestra infancia.


Así que, como veis, es uno de los postres más difundidos por el mundo por la sencillez de su elaboración. Eso sí, sabed que la receta difiere en pequeños detalles siempre, no hay dos iguales. En el fondo es la libertad de acompañar un trozo de masa redonda fina y enrollable con todo lo que tú quieras, desde el más dulce chocolate a la más salada salsa de champiñones y tomate. Todo un lujo, que ahora mismo, voy a degustar, así que Bon Appétit!

Debo decir que no ha sido ninguna tontería lo del vino, les da un sabor estupendo.

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